«Me arrancaron mi vida»: el desgarrador recuerdo de los familiares de las víctimas del triple crimen de Florencio Varela

Cada día que pasa Sabrina recuerda la última noche que compartió junto a su hija Morena. “Se fue enojada”, dice, con un nudo en la garganta. Pequeños gestos, detalles que no olvida como los mensajes de WhatsApp que quedaron sin respuesta o la campera blanca que trae al encuentro que pertenecía a su hija.

«Me arrancaron mi vida»: el desgarrador recuerdo de los familiares de las víctimas del triple crimen de Florencio Varela
«Me arrancaron mi vida»: el desgarrador recuerdo de los familiares de las víctimas del triple crimen de Florencio Varela

“Ese día tuve una sensación rara. Yo sabía que algo no estaba bien”, confiesa. La noche del 19 de septiembre, Lara Gutiérrez (15), Morena Verdi (20) y Brenda del Castillo (20) se prepararon en la casa de Sabrina, en La Tablada, partido de La Matanza. Cambios de ropa, maquillaje y extensiones, a primera vista todo parecía normal. Sin embargo, el instinto de una madre nunca falla.

“Lara se paró en el patio y le mandó un mensaje a su hermana: ‘Anula el auto que nos vienen a buscar’. Me acuerdo cómo si fuese hoy”, dice Sabrina. Ese día no se pudo despedir de su hija. Hasta último momento intentó saber a dónde iban las chicas y con quién, pero mantuvieron un silencio cómplice.

Hoy a casi dos meses del brutal asesinato de las tres jovenes, Sabrina recuerda a Morena como una chica simpática y generosa. Quería ser policia, dejar la prostitución. “Me dejaba sin palabras. Siempre tenía un detalle para los demás, cuidaba de los animales, escuchaba a sus amigas. Era muy humana”, describe.

Cada anécdota revive las risas compartidas, los abrazos, la complicidad que la hacía sentirse no sólo madre, sino amiga. “Yo sabía si tenía novio y si había algo más. Teníamos una relación de amigas, de complicidad”, explica. Por eso no logra entender por qué su hija guardo silencio aquella noche.

Y agrega: “Sigo teniendo odio. No voy a perdonar el sufrimiento que le hicieron pasar.» La violencia que arrebató a Morena, Brenda y Lara dejó una marca imborrable en Sabrina y en todos los que las conocían.

Entre la pérdida y la desesperación hay recuerdos que cada tanto le sacan una sonrisa, como la medalla que le regaló Pilar, su sobrina, que tiene la imagen de la última foto que se sacó con su hija durante su cumpleaños o el tatuaje que se muestra de Morena. “Todo eso está guardado en mí. Todo lo que vivimos juntas”, dice, con nostalgia.

La cadenita que le regalaron por el día de la madre. Foto: Fernando de la Orden.

Sabrina quiere mudarse, lo más lejos posible: “En la casa están los recuerdos de ella. Quiero dejarle a papá un lugar tranquilo y que cuide de la pieza de mi hija.» No puede soportar ver cada rincón de su casa y que su hija no esté. «Quiero estar tranquila y quiero paz, yo acá no tengo paz», cuenta.

Fue creyente durante 20 años, asistió cada fin de semana a la iglesia, ayudó con los arreglos florales y hasta participó del coro. Hoy, Sabrina lucha por mantener su fe y encontrar una explicación a la injusticia.

Su hija Morena también era creyente. “Recuerdo que cuando se murió Juan Carlos, el perro, porque comió algo en mal estado y su hermana Jana se sintió mal, Morena la tomó de la mano y le dijo: ‘Vamos a rezar’», cuenta. Para ella, el duelo será parte de la vida, un dolor con el que hay que convivir, aunque nunca se supere por completo.

Sabrina recuerda la última Navidad con su hija y sobrina. Aquel 24 de diciembre bailaron delante de la familia, algo que nunca hacían. Brenda le pidió a su padre que pusiera música, y Sabrina se quedó observando desde un rincón. Nunca las había visto tan felices, tan libres.

Se vienen fechas difíciles para la familia. Brenda cumpliría años el 26 de noviembre y Morena el 19 de enero. Se llevaban menos de dos meses y eran inseparables. «A More la ataron porque se habrá vuelto loca cuando vio lo que le hicieron a su prima», afirma.

«Ayer creo que la soñé, pero no me acuerdo bien. Su hermana la sueña, la ve. Yo no la puedo ver», explica Sabrina, que duerme junto a un oso de peluche y una oruga que le pertenecían a su hija.

Esta madre revive cada instante compartido con su hija Morena. Extraña cuando se acostaban juntas. «Siempre venía cuando tenía miedo», confiesa. “Éramos muy amigas las tres. Corríamos con la perra por todos lados”, relata.

«Teníamos una relación de amigas, de complicidad”, cuenta Sabrina.

Cada gesto, cada risa, cada abrazo se convirtió ahora en un recuerdo que Sabrina guarda para mantener viva la memoria de Morena. Cuando le preguntan si le quedó algo pendiente para decirle, Sabrina duda un instante y luego responde: “Si, decirle más te amo.»

«Yo quiero que sufran»

Juana, la abuela de Brenda y Morena, no puede contener las lágrimas; caen una tras otra. “Me arrancaron mi vida”, confiesa afectada. Al igual que el abuelo Antonio, exige justicia.

Se la nota cansada, dice que quiere terminar con este sufrimiento. Su familia intenta sostenerla, pero hace pocos días recibió otra mala noticia. Su hermana más cercana falleció.

Antonio que viene luchando desde el primer día tampoco puede dejar de lado la bronca y el odio hacia los asesinos: «Yo quiero que sufran».

Desde hace pocos días recibe mensajes de desconocidos que le aseguran que los responsables del crimen de sus nietas pagarán por lo que hicieron: “Me dicen: ‘Abuelo, quédese tranquilo, que acá lo estamos esperando’”.

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