Los evangélicos, sector clave del electorado de Bolsonaro, aseguran que de llegar a la presidencia Lula clausurará las iglesias neopentescotales.
El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aseguró este miércoles que al actual mandatario Jair Bolsonaro «no le gusta la democracia», dijo que lo vio «incómodo» en el acto judicial que compartieron ayer y afirmó que no quiere convertir la campaña en una «guerra santa», aludiendo a los ataques recientes del entorno de su principal rival en las próximas elecciones
«No soy el candidato de una facción religiosa, soy el candidato del pueblo brasileño; quiero tratar al evangélico igual que al católico, al islámico, a los judíos (..) quiero tratar con todas las religiones, incluidas las de matriz africana, con el respeto con el que todas las religiones deben tratarse, no quiero una guerra santa en el país, no quiero establecer rivalidad entre las religiones», resaltó Lula en declaraciones a la emisora local Radio Super.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) manifestó que la religión no debe usarse «para hacer política», un día después de que en el discurso de arranque de la campaña afirmara que Bolsonaro está «poseído por el demonio».
En los últimos días, el pastor evangélico Marcos Feliciano, fiel aliado de Bolsonaro, empezó a divulgar la noticia falsa de que Lula clausurará las iglesias neopentescotales en caso de que llegue al poder, algo que los dirigentes del PT ahora se esfuerzan en desmentir.
Los evangélicos, que conforman casi un tercio de la población en Brasil, son una de las principales bases de apoyo de Bolsonaro y su voto puede ser clave para decidir los comicios del 2 de octubre.
En Twitter, el líder del PT bajó el tono y aseguró que es necesario «construir un clima de paz y cordialidad». «Después de las elecciones, quien gana gobierna, quien pierde se prepara para las próximas elecciones. Hay que hablar con quien haya sido elegido. He perdido y he ganado, y hay que saber ganar y perder con humildad», escribió.
Lula, favorito en las encuestas, dijo que vio a Bolsonaro «muy incómodo» durante la juramentación del nuevo presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, quien defendió férreamente el sistema de votación, que es centro de críticas del actual gobernante. La ceremonia del TSE reunió por primera vez en un evento público, y a pocos metros de distancia, a Bolsonaro y Lula.
La posesión de los nuevos jueces electorales también reunió a otros enemigos acérrimos como la ex presidenta Dilma Rousseff (2011-16) y su vicepresidente, Michel Temer, quien la traicionó al pasarse a la oposición y respaldar el juicio político que la destituyó del cargo en 2016 y le permitió completar el mandato hasta 2018.
Bolsonaro participó de la sesión en medio de tensiones con el tribunal electoral, tras lanzar sospechas contra las urnas electrónicas y acusar a los jueces de conspirar en su contra para las elecciones. Moraes, investiga a Bolsonaro por estas polémicas declaraciones, consideradas un atentado contra el estado de Derecho.
Bolsonaro había amenazado con dar un golpe el 7 de septiembre de 2021 al afirmar que no iba a cumplir los fallos de Moraes, aunque luego firmó una carta pidiendo disculpas a instancias de una mediación de Temer.
En el inicio formal de la campaña y en medio de una guerra de sondeos, Lula aparece como favorito para vencer en primera vuelta con el 52% de los votos a Bolsonaro, que cuenta con 37%, según una encuesta divulgada el lunes por TV Globo, la principal emisora del país.
El sondeo, de la consultora Ipec (ex Ibope) y divulgado en el noticiero más importante del país, el Jornal Nacional de la cadena Globo, indica que Lula está en condiciones de ganar en primera vuelta, teniendo en cuenta que existe un margen de error de 2 puntos.
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