La irrupción barrabrava, el pedido de Cristina Kirchner y los cinco minutos de pánico: el día que el velorio de Maradona puso en jaque a la Casa Rosada

El 25 de noviembre de 2020, la Casa Rosada rompió todos los protocolos para transformarse, por un día, en santuario y testigo de la conmoción nacional. No fue un velorio de Estado sino una catarsis masiva. Fanáticos, barrabravas y familiares del ídolo del fútbol argentino y mundial se acercaron, no en una procesión solemne, sino en una avalancha de devoción y lágrimas para despedir a Diego Armando Maradona, el «D10S» que con su muerte arrastró al país a una espiral de locura.

La irrupción barrabrava, el pedido de Cristina Kirchner y los cinco minutos de pánico: el día que el velorio de Maradona puso en jaque a la Casa Rosada
La irrupción barrabrava, el pedido de Cristina Kirchner y los cinco minutos de pánico: el día que el velorio de Maradona puso en jaque a la Casa Rosada

En los primeros minutos del velorio, un grito desgarrador se hizo eco entre los muros centenarios. En ese patio de la Casa de Gobierno, despojado de su solemnidad, una frase sencilla se repetía como un mantra: «Te amo, Diego». El país lloró a Maradona con la misma pasión desbordada con la que lo había celebrado en vida. Para millones, no solo se despedía a un futbolista, sino a aquel ídolo que supo ser el protagonista de un histórico partido frente a Inglaterra en el Mundial ‘86, tan solo cuatro años después de una herida que quedaría abierta para siempre con la Guerra de Malvinas. Esa mezcla de fútbol, épica y revancha fue la pólvora que, en pocas horas, encendió a la Casa Rosada y la hizo estallar en una vorágine de pasión.

«Maradona era la voz de los que no tienen voz. Así fue históricamente. La gente sintió y pensó ‘se murió uno de los nuestros’. Con (Lionel ) Messi no habría un velorio así y eso que en términos futbolísticos tal vez fue un tipo más determinante que Diego. Se la jugaba siempre, aunque eso tuviera un costo personal para él. Nunca se hacía el boludo», expresó a Clarín un exfuncionario del gobierno de Alberto Fernández, quien se declara fervientemente maradoniano.

«Maradona era la voz de los que no tienen voz», expresó un exfuncionario del gobierno albertista.

A cinco años de aquella jornada, en la que el mundo recibió la noticia que nadie quería escuchar, porque en el imaginario popular los ídolos son eternos, todavía persiste la imagen de una multitud acercándose a la Casa de Gobierno para despedir a su ídolo. Pero la pasión que generaba Maradona en vida se profundizó con su partida y convirtió el velorio en un caos: empujones, rejas vencidas, gases lacrimógenos y avalanchas en Plaza de Mayo, sumado a un grupo de fanáticos que terminó copando el Patio de las Palmeras para corear el nombre del hombre que tantas veces los hizo felices pateando una pelota.

El ofrecimiento de la Casa Rosada a la familia y el dilema de dónde velarlo

La decisión de ofrecer la Casa de Gobierno para realizar el velorio fue inmediata. «Yo no estaba muy de acuerdo, creía que tenía que hacerse en Argentinos o en Boca, que eran los lugares donde él había jugado, pero el Presidente dijo que se hiciera ‘lo que la familia quisiera’», indicó a este diario un ex funcionario que integraba la mesa chica de Fernández y que participó de las primeras conversaciones.

Según pudo reconstruir este diario, el encargado de entablar el contacto entre el Balcarce 50 y la familia Maradona fue el ahora ex subsecretario de Asuntos Políticos de la Presidencia Miguel Cuberos, quien se comunicó con Claudia Villafañe para poner a su disposición la Casa Rosada. «Siempre planteamos que hacíamos lo que la familia quisiera. Si elegían otro lugar, iba a estar el acompañamiento igual. La familia decidió que fuera en Casa de Gobierno, entonces había que hacerse cargo y punto», resumieron.

«Todo era un dilema. Si decían ‘no se lo vela por la pandemia’ o ‘se lo vela un ratito’, igual iba a haber quilombo. El mundo Maradona es otro mundo. Si no se lo velaba iba a ser un quilombo y si se lo velaba más tiempo también, porque estaban viniendo micros de todos lados del país y nunca iba a ser suficiente. Teníamos información de que iban a venir barras a acampar», recordó un exministro que integró el gobierno del Frente de Todos.

El «inevitable desborde»: crónica de un final anunciado

La madrugada previa, mientras los fanáticos llegaban de todo el país para participar del velorio, tuvo un momento particular. Pasada la medianoche y mientras la familia realizaba una ceremonia íntima, a cajón abierto en el ex Salón de los Pueblos Originarios, se hizo presente en Balcarce 50 la barrabrava de Boca Juniors, «La 12». Organizados, se adueñaron del centro de la escena en la Plaza de Mayo, llevando coronas fúnebres con los colores del equipo xeneize que fueron entregadas directamente a Casa Militar. El ritual se transformó en un acto de cancha: cantaron el Himno Nacional, dedicaron cánticos a Boca y el Diez, e hicieron explotar fuegos artificiales, para luego retirarse. Una fuente lo resumió con sorpresa: «Se portaron de diez».

Una vez que se inició el velorio, cerca de las 6 de la mañana, la multitud comenzó a ingresar, manteniendo una calma que duraría apenas unas horas. El amor de los fanáticos por el astro argentino se manifestaba en una ofrenda heterogénea: remeras de equipos de fútbol, flores, banderas y rosarios. Frente al cajón, el dolor se transformó en un ritual colectivo: gritos, llantos y rezos. Era la última veneración frente al cuerpo del máximo ídolo.

«Esas pertenencias fueron entregadas a la familia antes del cambio de gobierno, en 2023, ya que habían quedado bajo la custodia de Casa Militar», relató una fuente conocedora de los hechos. El eco histórico es ineludible: los objetos de aquella pasión fueron arrojados en el mismo patio interno donde hoy permanecen las piedras en homenaje a las víctimas del coronavirus.

La decisión de permitir una aglomeración de personas en plena emergencia sanitaria generó inmediatamente una fuerte controversia política y social. El Gobierno había pasado meses pidiendo a la población el aislamiento estricto y el distanciamiento social, por lo que la masividad del velorio fue vista por la oposición y la comunidad científica como una «incongruencia total». De hecho, el infectólogo Luis Cámara, uno de los expertos que asesoró al Presidente sobre el manejo de la pandemia, había advertido públicamente que la masividad del velatorio traería «un aumento de casos» de covid.

Pese a las advertencias y el temor de un rebrote, el temido pico de contagios no se materializó en los términos esperados por los especialistas. La situación sanitaria recién se complicaría meses después: la segunda ola de coronavirus en Argentina se confirmó en marzo de 2021 (cuatro meses después del velorio), con un aumento sostenido de casos que tensionó al extremo al sistema sanitario argentino.

Las personas usando barbijo en la fila para ingresar al velorio de Diego Maradona.

Durante las primeras horas del velatorio, todo transcurrió con normalidad. Sin embargo, el desborde no tardó en desatarse: con el paso de la mañana, se hizo evidente que el tiempo previsto era insuficiente. La fila se extendía y las cuentas eran claras: la multitud que había llegado hasta la Casa Rosada no podría despedirse de Maradona. Además, el flujo de micros con fanáticos de distintas provincias no cesaba, incrementando la presión sobre el reloj.

“Lo que hicimos fue explicarle en un momento a la familia que cada 10 minutos había una cuadra más de gente en la fila. Era explicar: ‘Vamos a cerrar esto y va a quedar muchísima gente afuera’, pero la postura era innegociable”, detalló a este diario uno de los encargados de la organización.

La marea de devoción que desbordó la Plaza de Mayo tenía un único enemigo: el tiempo. Si bien Alberto Fernández había puesto la Casa Rosada a disposición, la familia definió cómo sería la despedida de Maradona y por cuánto se extendería. La tensión explotó cerca del mediodía, cuando empezó a correr el rumor de que “no iban a extender la cantidad de horas y la gente se desesperó”.

El multitudinario velorio de Diego Maradona en la Casa Rosada. Foto Martín Bonetto

El desborde no fue una sorpresa, sino «un final anunciado». La magnitud del caos tenía dos grandes pilares: el contexto pandémico y la postura inflexible de la familia sobre el período en el que se extendería el velorio, un punto que fue realmente cuestionado en aquel momento. “Maradona es quien es. Todas las decisiones eran dilemáticas: se hace o no se hace, con público o sin público”, resaltó una fuente del peronismo, quien señaló que la dificultad de honrar al ídolo en ese marco era extrema.

“Lo del tiempo fue el horario que marcó la familia, que siempre dijo que sería hasta las 16. Lo que sentí fue que querían terminar con una historia. Era todo como una carga y un dolor tan grande que querían terminar lo más rápido posible”, describió a Clarín un exfuncionario al tanto de la organización, quien reveló que «muchos políticos de peso, entre ellos Cristina Kirchner, le pidieron a Claudia que se extendiera», pero la decisión ya es conocida por todos.

El método para ingresar a la Casa de Gobierno era una fila que se formaba entre vallas, que arrancaba en la Casa Rosada, recorría el lado sur de la plaza, continuaba por la Avenida de Mayo y terminaba en la 9 de Julio.

Allí, en el cruce con esa avenida, nació el problema. «Nos dicen que agentes de la Policía de la Ciudad estaban impidiendo el ingreso de más gente a la fila y reprimiendo. En ese momento se cerraron las puertas de Casa Rosada para que Cristina se pudiera despedir a solas de Maradona. No sé si fue orden de ella o de su custodia, pero ese combo generó el quilombo», indicaron fuentes que se encontraban a cargo del protocolo de seguridad.

En ese momento, Alberto Fernández se acercó con un megáfono a la reja que separa la Casa Rosada de la Plaza de Mayo y quiso calmar a los fanáticos que, en cuestión de minutos, terminarían generando caos en las inmediaciones y el interior de la sede del Gobierno. «Quería llevar tranquilidad y así evitar que todo siguiera escalando. Teníamos mucha angustia por el solo hecho de pensar que hubiera heridos”, relató un integrante de la mesa chica albertista, aunque reconoció que «la plaza nunca iba a llegar a escucharlo porque el aparato tiene un alcance de 10 metros como mucho, fue un acto de desesperación”.

Video

Video: El momento en que Alberto Fernández trata de organizar el velorio de Diego Maradona con un megáfono.

Según relató un exministro, el problema de fondo estalló cuando, en medio del caos, integrantes de distintas barras bravas (incluyendo la de Gimnasia) coparon los primeros lugares de la fila, desplazando a la gente común. Esto generó un cambio drástico en el Salón. Al reabrirse las puertas, la agresividad fue absoluta: el llanto silencioso de quienes circulaban a pedido de Casa Militar fue reemplazado por gritos y agresividad. Los fanáticos arrojaban sus camisetas al féretro y respondían con firmeza a los pedidos de circular: «Yo de acá no me muevo».

Gases lacrimógenos y una seguridad amenazada en el lugar más custodiado del país

Mientras la multitud se abalanzaba sobre las vallas de Balcarce 50, en los pasillos de la Casa Rosada los minutos se vivían como si fueran horas. El humo de los gases lacrimógenos que la Policía tiraba en la plaza comenzaba a ingresar por las rendijas de la robusta puerta de madera que servía como contención frente a la amenaza de que continuaran ingresando los fanáticos. “La sensación era que se iba todo a la mierda, que copaban la Casa Rosada, que se podían haber intentado llevar el cajón”, confesó un exfuncionario que se encontraba en el interior de la sede del Gobierno en el momento del caos.

El momento en el que todo se sale de control. Foto: Martín Bonetto

En el corredor del primer piso, donde se encuentran las oficinas principales del Ejecutivo nacional, se escuchó una frase que resumió todo: «Esto se salió de control, hay que terminarlo ya». Luego de poner en resguardo el féretro de Maradona en uno de los salones de la Casa Rosada, llegaría la decisión más dramática del día: dar por concluido el velatorio, cerrar los accesos a la sede del Gobierno y contener a la multitud que se encontraba en la Plaza de Mayo y los alrededores.

“¿Cómo se organiza la despedida del máximo ídolo que tenemos a nivel futbolístico? Todos dimensionamos el momento histórico que se estaba viviendo, que lo vivíamos con la responsabilidad institucional que teníamos, pero también atravesando la angustia de despedir al Diego. Es imposible poner en palabras todo lo que se te pasa por la cabeza en un momento así», describió una importante fuente del gobierno albertista.

La salida de la gente que pasó por el Patio de las Palmeras en medio del caos. Foto Marcelo Carroll

Afuera, la policía reprimía. Adentro, se planificaba cómo evacuar el féretro antes de que la situación se volviera irreversible. “Se nos cruzaban mil imágenes posibles de lo que podía pasar. Fueron 5 minutos de locura en los que realmente pensamos que podían llegar a intentar llevarse el cuerpo. Casa Militar actuó a la perfección y rápidamente esos fantasmas desaparecieron”, confesó uno de los organizadores con cargo en el gabinete nacional.

Fue en ese momento que la seguridad activó el protocolo. La actuación de la Casa Militar fue estratégica: “Si no era por ellos, podría haber pasado un desastre ahí”. La clave fue la apertura inmediata de un “pulmón de salida” para evacuar a la gente que había quedado “atrapada” en el interior de la Casa Rosada cuando se cortó el ingreso y se cerró la puerta principal. La imagen más dramática y que puso fin al velorio fue la de la familia: las hijas de Diego, al ver que la gente no se movía, se vieron obligadas a “ponerse a resguardar el féretro”.

Incidentes en el velorio de Diego Maradona Foto: Martín Bonetto

La irrupción fue breve, pero dejó secuelas: “Salvo el busto que tiraron (de Hipólito Yrigoyen) no hubo ninguna otra rotura. Duró 5 minutos, pero pareció que había pasado una hora”, recordó un exfuncionario. Con el velorio suspendido, la última misión era sacar el cuerpo sin provocar otro enfrentamiento en la calle. La solución fue una maniobra de distracción: “Difundimos entre los que manejaban las barras que la salida era por un lado y lo sacamos por otro. Entonces el trayecto al cementerio se pudo hacer correctamente”.

A cinco años de aquel día en que el mundo lloró a Maradona, una altísima fuente del anterior gobierno aseguró que “la familia estaba agradecida porque les abrieron las puerta de la Casa Rosada”, dejando de lado el caos porque “lo que terminó pasando era esperable: era gente de fútbol y el Diego”.

En la despedida de Diego Maradona, hinchas se colgaron en las rejas la Casa rosada. Foto: Marcelo Carroll

“Fue el mayor ídolo popular de nuestro país, era inevitable la tensión porque nunca el tiempo del velorio iba a ser el suficiente. Fue difícil. Se hicieron las cosas muy bien, algunos errores se cometieron. Fue algo que trascendió todo lo que pudiéramos haber imaginado”, reflexionó un alto funcionario que contaba con acceso directo al despacho presidencial del primer piso de la Casa de Gobierno. Considerado Dios en vida y venerado como un santo tras su muerte, Maradona fue y sigue siendo la puerta de entrada para los argentinos al mundo.

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